

Sector H: Editorial
Comisión de la Verdad. Colombia, 2022
“En Colombia no ha existido una sola generación que haya vivido en un país en paz…”.
César Barios Logreira
Editor
Cuando en 2022 conmemoramos y celebramos 212 años del denominado Grito de Independencia de Colombia del yugo del Imperio español, luego de más de tres siglos de su conquista y colonización, resulta oportuno recalcar las palabras pronunciadas por el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, durante la presentación del pasado 28 de junio del informe final de dicha comisión, en el acápite denominado “Morir por la patria o por el pueblo”, y que en su integralidad comienza con la frase que titula esta nota.
Pero antes, rememoremos que el 20 de julio de 1810 en la ciudad de Santafé (hoy Bogotá), capital del Virreinato de Nueva Granada, un simple florero de propiedad del español José González Llorente, fue el detonante que desató la reyerta y el altercado provocados por una junta de notables de esta ciudad, integrada por autoridades civiles e intelectuales criollos y que terminó convirtiéndose en la causa independentista de Colombia, derivando así la firma del Acta de Independencia de Santafé de 1810, fecha que el Congreso de Estados Unidos de Colombia decretó oficialmente en 1873, como aniversario de la proclamación de la independencia nacional.
Volviendo al documento presentado por de Roux, resaltamos que condensa un trabajo iniciado en noviembre de 2018 en el que se hicieron unas 15.000 entrevistas (varias colectivas), en las que se escucharon a cerca de 30.000 personas, además de haber investigado 730 casos y estudiado 1.195 informes de hechos de violencia ocurridos durante el conflicto armado.
“Morir por la patria o morir por el pueblo”
“Lo que ha habido en Colombia es una guerra donde la mayor parte de los caídos fueron pobladores no combatientes,
los más, asesinados por paramilitares, luego por la guerrilla y, finalmente, por las fuerzas del Estado.
Entre militares e insurgentes se cometieron crímenes de guerra y de lesa humanidad, y ambos los cometieron contra la población civil, y las fuerzas del Estado los acrecentaron en la alianza con los paramilitares.
Sin embargo, el Ejército y la Policía no fueron batallones concebidos para violar los derechos humanos y las Farc-EP y otras guerrillas no fueron organizaciones inicialmente montadas para delinquir. La confrontación entre las fuerzas de seguridad y la insurgencia fue a muerte y sin cuartel.
Desde los dos lados, por motivos de conciencia, se vivió el honor de morir por la patria o morir por el pueblo. En medio de las ambigüedades, exaltaciones, odios y alianzas oscuras del conflicto, soldados, policías, guerrilleros y paramilitares enterraron como héroes a sus compañeros caídos en el campo de batalla”.
Staff

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Columnista
Director Bajo la Mirada de Jano
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Columnista
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