En mayo de 1988, finalmente se firmó la paz entre el reino de Bélgica y el Gobierno de Boyacá. Muchos se preguntarán ¿a qué se debió tal locura? Pues a la de un gobernante despechado.
Por Hernán Alejandro Olano García
El embajador Willy Stevens y su esposa Liliana, utilizaron el ya por entonces desueto Ferrocarril del Nordeste, para realizar un viaje de Bogotá a Tunja, acompañados por músicos, periodistas y lagartos, quienes verían así como el representante de Su Majestad Balduino, se rendía ante las pendejadas de un político boyacense del siglo XIX.
Ilustración: Revolución Belga em 1830
Ese estúpido político, era José de los Santos Gutiérrez Prieto, con ese comentario, desmitificando al Presidente, nacido en El Cocuy, seguramente me lloverá la excomunión de la Academia Boyacense de Historia, de la cual hago parte hace 30 años. Pues resulta que el general Gutiérrez (Santos era su nombre), durante un viaje a Europa, se enamoró perdidamente de Josefina Harboot, súbdita belga de sinigual belleza, pero de ignorancia supina, pues cuando el radical político hacía sus estudios de jurisprudencia en la Universidad de Lovaina, le propuso matrimonio y llevársela a Colombia, la muchacha desestimó la propuesta con un NO rotundo, seguido de la negativa de los padres de la joven, que la hubieran preferido en el Congo Belga, que ser una Belga en Colombia.
Entusado, Gutiérrez regresó a Colombia y aquí, ya investido del poder presidencial, Mientras era Presidente del Estado de Boyacá, resolvió vengar su rabieta declarando con una carta, fechada en 1867 la guerra a Bélgica, con tan mala suerte, que la carta nunca llegó a su destino y, por supuesto, los belgas no se enteraron de la declaratoria.
Sin embargo, en el ambiente siempre estuvo el que Boyacá le ganó la guerra a Bélgica porque ellos no se dignaron a enfrentar a esta raza laboriosa, trabajadora y que le dio la libertad a Colombia. El Embajador Stevens se enteró del episodio y conformó una comisión de honor con otros folclóricos embajadores, los de Países Bajos, Líbano, Marruecos, China, Bolivia y Uruguay, quienes actuaron como testigos de honor de la rendición belga y la firma del tratado de paz el 28 de mayo de 1988 con el por entonces gobernador del Departamento de Boyacá, Carlos Eduardo Vargas Rubiano.
El armisticio belgo-boyacense, se selló con una cena de gala en el Centro de Convenciones de Paipa, donde además se celebró una boda simbólica entre Josefina y José Santos, con vísperas ofrecidas en Duitama por la familia del novio con comida típica de la región, las danzas de Otrora y la presencia del por entonces Ministro de Obras Públicas del gobierno Barco, Luis Fernando Jaramillo.
Gutiérrez estuvo casado en dos ocasiones. Contrajo primeras nupcias con Ana Deodata Bernal Barbosa en 1849, con quien tuvo 7 hijosː María Elosia de las Mercedes, Lastenia, Ana Rosa, María Eudocia, María Emelina, Anadeodata Clementina y Campo Elías Gutiérrez Bernal. Ana Deodata Bernal era pariente de Francisco de Guzmán Ponce de León, encomendero de Muzo, quien era descendiente de nobles españoles, entre ellos Juana Ponce de León, hija de Fernán Pérez Ponce de León y biznieta del rey Alfonso IX de León.
Luego de su divorcio con Anadeodata Bernal, Santos contrajo nuevas nupcias con Hermelinda Concha, sin dejar descendencia. Seguramente siempre siguió añorando a Josefina.
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