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Por Hernán Alejandro Olano García
Desde marzo de 2020 y, durante los treinta meses que han transcurrido desde el comienzo del primer fin de semana de aislamiento en Colombia debido a la pandemia del Covid-19, que en su mayoría ha generado implicaciones negativas, han surgido diferentes inquietudes sobre el futuro de variados temas, como la misma salud, la educación, la seguridad y los negocios internacionales.
Importaciones y exportaciones
La respuesta ha sido múltiple, no obstante que, en materia de los negocios internacionales, la incertidumbre que puede generar una única respuesta, depende de múltiples factores, entre ellos, la volatilidad de las monedas latinoamericanas y, particularmente el excesivo costo del dólar y el euro frente a monedas fuertes o de referencia, así como las megatendencias del mercado, que generan inquietudes frente a cualquier pronóstico que se hubiese podido precaver en 2019, frente a lo que será el futuro del 2023 en materia de los negocios internacionales, no deja de dejarnos ver que en el futuro de los negocios internacionales, están otros factores como el decrecimiento poblacional, el desarrollo tecnológico, los tratados de libre comercio y las alianzas, que más que políticas, son económicas, las nuevas energías limpias y, el surgimiento de nuevas megaciudades, entre las cuales están Tokio, Nueva Delhi, Shanghái, Dhaka y Sao Paulo, en sus respectivos países: Japón, India, China, Bangladés y Brasil.
De acuerdo con la OMC (Organización Mundial del Comercio) el comercio de mercancías en ese tiempo se vio fuertemente afectado y tuvo una reducción del 3% interanual en el primer semestre del 2020 y, durante 2021 y 2022, la recuperación ha sido progresiva, pero no al mismo ritmo de crecimiento que tenía en 2019.
Las distancias, los fletes, las restricciones en materia energética, etc., llevan a pensar que lo ideal es pensar, o restringir el futuro de los negocios internacionales al ámbito de América Latina, que es el mercado estratégico ideal para Colombia y para la franja de las exportaciones, puesto que, por idiosincrasia, se puede más fácilmente generar confianza y crear un proyecto común y una cultura de cooperación para el futuro y la consolidación de los mercados, salvo que exista un liderazgo transformacional, capaz de actuar tanto a nivel local como global al mismo tiempo, con el propósito de fortalecer el futuro de los mercados y de los negocios internacionales.
Sin embargo, la nueva realidad de los negocios internacionales, cada vez más soportados por plataformas y aplicaciones, que hacen parte del ecosistema digital mediante el cual, la aceleración del uso de la tecnología para diversas actividades de la vida cotidiana, la comercialización de productos y servicios entre personas y naciones, con distancia física, pero al alcance de tan solo un clic, buscan superar la contracción económica que limitó la productividad y contrajo los mercados durante los dos primeros años de la pandemia.
Hace parte también del futuro la transformación digital y los negocios globales, así como el denominado consumo colaborativo, a través del cual los consumidores comparten una serie de productos o servicios, entre ellos, la educación, que ha ganado mucho mercado a través de los cursos masivos en línea y, la oferta que las instituciones de educación superior han generado a partir de la hibridación inicial de sus programas y, luego, la posibilidad del registro único, que permite las clases presenciales y virtuales, sincrónicas o asincrónicas, siendo un útil instrumento para estudiantes y docentes, a la vez que facilita la movilidad digital y amplía la visión del mundo, no solo como un reto tecnológico, sino también como un reto pedagógico, que es el de introducir la flexibilidad de horario, la adaptabilidad a nuevas metodologías y la autodisciplina formativa, junto con el refuerzo de las habilidades socioemocionales, tan afectadas en materia de salud mental durante este período.
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