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El nubarrón de la IX Cumbre de las Américas

Bajo la mirada de Jano

Por Manuel Alejandro Rayran Cortés

Magíster en Ciencia Política (*)


Del 6 al 10 de junio se llevó a cabo la IX Cumbre de las Américas en Los Ángeles (Estados Unidos de América -EUA), con el lema “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”. La creación de este foro de mandatarios en 1994, buscaba analizar y debatir sobre los problemas y desafíos que enfrenta el continente americano, así como también afianzar la integración hemisférica y la responsabilidad nacional y colectiva para mejorar el bienestar económico y la seguridad de los ciudadanos de la región.



De acuerdo con la visión de Washington, los anteriores objetivos de la Cumbre se lograrían bajo la lógica de la globalización, el libre mercado y un orden liberal democrático. Fue así como incluso para inicios del siglo XXI, Washington proponía crear un tratado de libre comercio que abarcara desde Canadá hasta La Patagonia, proyecto que nunca se materializó porque para esos mismos años surgieron los gobiernos de izquierda, como consecuencia de las asfixiantes políticas neoliberales que perjudicaron el bienestar de las sociedades latinoamericanas y que no estaban de acuerdo con dichos acuerdos comerciales.


Ahora bien, para esta IX Cumbre, el ambiente político del foro fue muy distinto al de 1994, pues para esos años, en cierto modo, existía una alineación de todo el continente americano hacia EUA, porque este último gozaba del liderazgo único en los asuntos políticos y económicos del mundo, ya que la Unión Soviética se había disuelto y Rusia se encontraba en un proceso de integración a las dinámicas occidentales y capitalistas. Sin embargo, en la actualidad, Washington enfrenta otra realidad, pues aumenta su declive relativo, afronta una competencia en el hemisferio por otras potencias extrarregionales como China, Rusia e India. La izquierda latinoamericana de nuevo surge en el escenario político y es más heterogénea con relación a la conocida como el bolivarianismo radical y las condiciones socioeconómicas del continente se han empeorado a causa de la pandemia y de la crisis económica originada por la desglobalización.


El problema de todo lo anterior es que EUA no ha entendido el nuevo panorama político de la región, razón por la cual sigue manteniendo su doctrina férrea contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, países que no invitó a la Cumbre, por lo que México también rechazó su asistencia al foro de mandatarios. A lo anterior se agrega la desatención de Washington hacia el continente, pues la estrategia nacional del presidente Biden no ofrece el suficiente interés hacia el cono sur y su única apuesta se enfoca en Centro América por los asuntos de la migración y los problemas de seguridad transfronteriza generada por los carteles de la droga.

Mientras que todo esto sucede, la región latinoamericana mantiene su talón de Aquiles con las crecientes desigualdades crónicas entre los países de la región agudizadas por el neoliberalismo; su mecanismo de diálogo, que es el sistema interamericano, se ha vuelto disfuncional a causa de la politización y su marcada inclinación ideológica hacia una derecha recalcitrante y anti-derechos; además, la insatisfacción de las sociedades hacia sus sistemas políticos están animando cada vez más el surgimiento de políticos outsider y populistas que amenazan la estabilidad institucional; y la rampante corrupción y el caudillismo alimentan las lógicas esenciales de la política que hacen que el hemisferio perdure en el atraso y no pueda avanzar para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y ponerse al día con los avances del mundo.


En ese sentido, la IX Cumbre de las Américas transcurrió con una nube de incertidumbre en la que no hubo consensos entre los participantes y las marcadas diferencias entre EUA y algunos países del hemisferio se profundizaron, lo que evidencia las dificultades de Washington en la región. Lo alarmante es que los problemas antes mencionados se atizarán y la región seguirá desintegrada y bajo presión por temas como la transición energética, el cambio climático y las intenciones de otros países por explotar la Amazonia. En ese marco, la sociedad civil debe abrir nuevos espacios políticos de discusión que conduzcan a una interacción más amplia entre los pueblos, pues las herramientas existen.



(*) Con orientación en Relaciones Internacionales con énfasis en Diplomacia y Resolución de Conflictos. Docente universitario.

@ManuelRayranC

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