*De Fundación para la Libertad de Prensa
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y la Misión de Observación Electoral (MOE) expresan su preocupación por el alto nivel de violencia y desinformación en la conversación sobre elecciones presidenciales en redes sociales y medios de comunicación.
Esta se ha caracterizado por una hostilidad general hacia la prensa y a las personas que participan de la discusión. También por la presencia de cuentas que actúan de manera organizada para difundir desinformación sobre candidatos a la Presidencia. De igual forma a lo largo de la campaña se publicaron numerosas expresiones de incitación a la violencia y al odio racial. Esto añade obstáculos para que la ciudadanía reciba información veraz y equilibrada, más si se tiene en cuenta el aumento de nuevos usuarios en redes y el incremento de conversaciones sobre elecciones en estas plataformas. Es necesario esclarecer el papel de las campañas en la difusión de desinformación y su responsabilidad en la instigación a la violencia. De otra parte, y con el objetivo de avanzar en una campaña electoral responsable y mejor informada, la FLIP y la MOE invitan a Twitter y Facebook a realizar mesas técnicas con el objetivo de reforzar los mecanismos para prevenir la difusión de contenidos falsos y la presencia de amenazas y contenidos racistas en sus plataformas.
Estigmatización y efecto en cascada
La FLIP y la MOE observan con preocupación el impacto de las estigmatizaciones que han enfrentado periodistas por parte de políticos y funcionarios públicos durante el periodo electoral. Estas han generado un efecto cascada que ha afectado al gremio periodístico en general y a la ciudadanía cuando se informa y opina a través de espacios digitales.
Una de estas agresiones sucedió el pasado 11 de abril cuando el candidato a la presidencia Enrique Gómez afirmó que “varios medios han asumido las banderas del narcotráfico en demérito de las poblaciones más vulnerables del país”. Esto refiriéndose a los reportajes publicados por Vorágine, Cambio y El Espectador en los que se denunciaban graves agresiones cometidas por el Ejército en contra de civiles en medio de un operativo militar en Puerto Leguízamo, Putumayo. Posteriormente, los periodistas reportaron haber recibido insultos e intimidaciones a través de redes sociales. Algunos de estos mensajes incluso venían de otros colegas.
De manera similar el pasado 28 de marzo el candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, publicó en su cuenta de Twitter el mensaje “Neonazis en RCN”, citando una columna de opinión publicada en Noticias RCN que criticaba la propuesta del candidato de modificar el sistema de pensiones en el país. Además de señalar al columnista de pertenecer a un grupo neonazi, el mensaje asociaba al medio, en el cual trabajan cientos de personas en todo el país, con esa ideología extremista. Después de estas afirmaciones aparecieron numerosas publicaciones intimidantes en Twitter en contra de RCN, sus directivas y trabajadores.
Una situación similar se presentó cuando Noticias Caracol publicó una investigación en la que revelaba que el hermano de Gustavo Petro se reunió con políticos condenados por corrupción en la cárcel La Picota. Con posterioridad a esa publicación, seguidores de Petro publicaron numerosos mensajes violentos en Twitter contra el medio de comunicación y contra Ricardo Calderón, quien lideró el trabajo investigativo.
Estas agresiones siguen un patrón en donde los comentarios de líderes políticos estimulan el descrédito y la hostilidad hacia el periodismo. De esta forma se genera un entorno permisivo en donde simpatizantes de estos líderes se sienten autorizados para intimidar a periodistas.
Las declaraciones de los candidatos Gómez y Petro incumplieron con el deber que tienen como figuras públicas de mantener un discurso favorable a la libertad de expresión. Sus declaraciones fueron interpretadas por los seguidores de cada candidato como una invitación para agredir digitalmente a los y las periodistas que estaban siendo señalados. Si bien estos ataques no se trasladaron al terreno de lo físico, deben tomarse con seriedad en un país en donde se han asesinado 162 periodistas por razones de su oficio.
Esto sucede en un contexto en donde entre el 1 de enero y el 20 de mayo del 2022, la FLIP registró que 97 medios y periodistas fueron amenazados. En este mismo periodo en 2018, durante las últimas elecciones presidenciales, la FLIP registró 61 víctimas de amenazas. El 2022 es el periodo electoral más violento para la prensa en la última década.
Además, la FLIP documentó veintidós agresiones a periodistas que cubrían la campaña al congreso y otras cuatro durante la campaña presidencial. De ese total de veintiséis agresiones, once fueron estigmatizaciones realizadas por candidatos o funcionarios que estuvieron acompañadas por un efecto cascada en donde simpatizantes de estos políticos atacaron en línea a los y las periodistas, en ocasiones de maneras evidentemente coordinadas.
Comments