Para infortunio de los dos pueblos, no ha implicado un gran esfuerzo el encontrar algunos rasgos afines entre los dos gobernantes, cuyo natalicio está separado
por 221 años, 11 meses, y 7 días.
Elementos de Juicio
Por Álvaro Toquica Coordinador general del Observatorio Ciudadano de Fontibón (OC9) (*)
Ilegítimo heredero del poder y mal gobernante, derrochador y pendenciero, flojo y sin carácter, de discurso acomodado y mentiroso, impropio con los tributos, tildado de impotente, presto a huir de sus responsabilidades y amigo de mantener el control a fuerza de represión y pólvora, deleznables características que en el siglo XVII ostentaba Luis XVI, que tras mil años de monarquía francesa, se quedó con el triste reconocimiento de ser el último rey de los galos tras la caída de la monarquía en la Revolución Francesa.
Espero no haber hecho sonrojar o promovido una pícara sonrisa entre quienes supusieron a fuerza de similitudes que hacía alusión al emérito presidente Iván Duque Márquez, a quien podríamos definir, a cambio, como Ilegítimo heredero del poder y mal gobernante, derrochador y pendenciero, flojo y sin carácter, de discurso acomodado y mentiroso, impropio con los tributos, tildado de impotente, presto a huir de sus responsabilidades y amigo de mantener el control a fuerza de represión y pólvora.
Para infortunio de los dos pueblos, no ha implicado un gran esfuerzo el encontrar algunos rasgos afines entre los dos gobernantes, cuyo natalicio está separado por 221 años, 11 meses, y 7 días. Comparten ellos una lamentable y repetida historia que deja siempre como perdedor al pueblo, que recibe como premio a cualquiera que tenga la maquinaria o la fuerza suficiente para acceder al poder y gobernar a sus espaldas, normalmente perdido e inconsciente de las necesidades de la gente y la naturaleza que le sirve de sustento, impulsando en su ceguera estructural, el beneficio de esa minoría que en el siglo XVII eran los nobles y ahora son ese pequeño porcentaje de dueños del mayor porcentaje de riqueza en cada país del mundo.
Nosotros desde ese tercer estado o “plebe”, como se le denominaba en el siglo XVIII en tiempos del feudalismo y el antiguo régimen monárquico a la población no privilegiada que mantiene el sistema con el pago de onerosos impuestos, seremos inmensamente felices si el buen Iván y sus secuaces no entregan como herencia el poder a otro incapaz. Ojalá goce de buen retiro en algún sitio lejano y reciba el merecido repudio y un lugar oscuro en la historia de Colombia, como reconocimiento. Mejor suerte, desde cierta perspectiva, que la de Luís XVI, cuya cabeza rodó ensangrentada tras el impacto de la guillotina el 21 de enero de 1793.
Alvaro Toquica
(*)Diseñador industrial y especialista en Desarrollo Social. atoquica@hotmail.com
コメント