“El deber del periodista es informar de manera que ayude a la humanidad y no fomente el odio, ni la arrogancia”. Ryszard Kapuściński.
Pluma & Papel
Hernán Acero Suárez *
Para quienes somos periodistas y hemos ejercido buscando la cabalidad de nuestro oficio, no dejamos de ver con mucha preocupación que algunos de nuestros colegas se venden ante el mejor postor.
El periodismo ético en primera plana
Venderse en nuestra sociedad de consumo es una práctica diaria considerada “normal”. Lo hacemos también en todas las profesiones y en todos los ámbitos; lo hacemos bajo la presunta necesidad de obtener un ingreso para el sustento; y lo hacemos disculpándonos al decir que necesitamos un trabajo. La disculpa, en esos casos, por supuesto que es soterrada, pero a veces esta necesidad también se marca por la ambición de obtener más y más, en ese apetito voraz que nos caracteriza y que nos hace similares a las langostas que todo lo devoran. No hemos podido entender que debemos actuar como colmena: uno para todos y todos para uno.
Nos sumergimos en las aguas pestilentes de una sociedad enferma. Estamos enfermos. Y tal como le sucede al alcohólico o al adicto, lo negamos. Negamos que estamos enfermos.
La comunicación es fundamental para estar conectados con nuestras realidades. El periodismo como parte de la comunicación debe ser depurado y diáfano, develando la verdad en toda la información que suministramos. Y para llegar a la verdad se debe cotejar todo hecho implícito, para que desde la orilla juiciosa del criterio, podamos informar sin apasionamientos.
Vender nuestro criterio como periodistas, por el favor de la pauta o al servicio de alguien, ya nos hace perder de vista la objetividad. Una sociedad mal informada es una sociedad fácilmente manipulable y el periodismo tiene aquí una responsabilidad única, para impedir que esto suceda. Hoy el periodismo es visto como una farsa porque se ha puesto al servicio de la inmediatez; además, como ya sabemos, también ha estado al servicio del poder.
Otra preocupación que le hace mucho mal al periodismo, es la infiltración de personas que sin ningún criterio, preparación o conocimiento periodístico, fundan medios de comunicación solo para ir detrás de una pauta, convirtiéndose en simples marionetas.
Muy distinto, pero muy distinto, es cuando un profesional de otras áreas decide comunicar su saber para compartirlo con los lectores o con la audiencia de un medio de comunicación. Es aquí cuando el medio de comunicación se fortalece como un medio serio. El periodismo de la mano de otras disciplinas y de quienes con formación y trayectoria escriben o hablan a través del medio, permite en su ejercicio, darle cuerpo a una información veraz que crea confianza bajo un modelo editorial de calidad informativa.
El papel de los medio es de una responsabilidad tal, que no debe sustraerse a los intereses personales. El periodismo es un servicio público y no privado. Por esa misma razón no debe ser equidistante. Es decir, no debe apartarse del principio fundamental de su tarea: informar. Pero informar sin distorsiones. Y tampoco se trata de repetir o alabar. En algunos casos se podría replicar, pero cuando los hechos han podido ser cotejados.
Los influencer, los youtuber, en su inmensa mayoría -se salvaría un 1% entre ese mar de canales nuevos on line-, destrozan la verdad sobre las distintas realidades de la información. Lo hacen solo para ganarse un clic de personas ingenuas que se convierten en idiotas útiles para engrosar el número de los llamados “seguidores” del influencer. Y ante este fenómeno que está embruteciendo todavía más a la sociedad, el periodismo puro debe enfrentarse hoy por hoy, para buscar como salvaguardar el buen nombre del oficio.
Lo positivo de todo esto es que han venido surgiendo medios con peso y criterio en todas partes del mundo. La prensa independiente y alternativa se está fortaleciendo; esa misma que se desliga del poder y de los intereses políticos de algunos para darle una mirada al entorno social, sin apasionamientos y sin sentir su libertad coartada. Aunque sigue siendo peligroso, ya se ha iniciado.
Hoy, como nunca antes se había visto, la presión ciudadana debe exigir a los medios de comunicación una información seria. Por esto mismo, se nos exige que el comunicador y el periodista deban estar bien informados y ser verdaderamente objetivos. Esto es casi que una militancia, porque demanda mucho tiempo y mucho esfuerzo para que el periodismo se muestre con aplomo y sin temor a la verdad.
* Hernán Acero Suárez
Periodista cultural
htcomunica2@gmail.com
Excelente análisis
Un gran análisis y cuestionamiento asertivo.