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Sin dignidad no hay humanidad

Manuel Alejandro Rayrán Cortés 

Magíster en Ciencia Política


"Israel continuará atacando a la población civil con el pretexto de eliminar a Hamas, rescatar a los rehenes y garantizar que Gaza jamás vuelva a ser una amenaza, máximas que pondrían en aprietos el prestigio de Israel y sus aliados en el mundo"

Los pasados 11 y 12 de enero de 2024, Sudáfrica e Israel concurrieron ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), debido a que el primero acusó al segundo de violar la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio aprobado en 1948 y al que ambos países hacen parte.  


Sudáfrica hace tal acusación ante el tribunal, no solo porque a juicio de este país, Israel está cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino, sino también porque sus dirigentes políticos y militares han sido inoperantes para limitar y castigar el accionar de sus soldados en terreno. 


Este caso es de suma importancia por varias razones: 


1. Es presentado por una antigua nación colonizada y sometida al apartheid, contra un actual Estado colonial que impone su apartheid y está apoyado por los gobiernos occidentales que niegan la existencia de tal segregación.  


2. Pretoria (capital de Sudáfrica) le recuerda a la humanidad que el colonialismo no es una cuestión del pasado, sino que sigue estando muy presente en los asuntos internacionales. 


3. Abre el debate y pone contra la pared a juristas para discutir el tema, si algún día el Derecho Internacional Público (DIP) podrá ser descolonizado.  


4. Le rememora, en especial a las potencias occidentales, que la humillación y el sometimiento de Israel hacia el pueblo palestino ha sido constante durante los últimos 60 años y que ya ha habido pronunciamientos que rechazan tal conducta, como, por ejemplo, que la CIJ hace 20 años falló que el muro de Israel en Cisjordania es ilegal y debe ser destruido. 

 


Sudáfrica denunció a Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia porque considera que el país violó la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, acuerdo firmado por ambos estados en 1948 y que castiga “todos los actos llevados a cabo con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. 

 

La batalla legal ante la CIJ, entonces, abrió de nuevo el debate sobre la relación estrecha y singular que existe entre la política y el derecho, así como la correlación de fuerzas de los estados dentro del sistema internacional que, lastimosamente, en varias ocasiones termina siendo endémica para la protección de la dignidad de los más desfavorecidos y favorable para los poderosos. Y a pesar de que un amplio espectro académico de las relaciones internacionales y de estrategas políticos de las potencias y de los países del norte consideran que el DIP y las categorías morales que este establece aparecen y desaparecen como las modas, porque las instituciones internacionales no tienen los mecanismos para hacer cumplir sus decisiones; lo cierto es que el DIP siempre ha sido la herramienta histórica de los estados débiles o con menores capacidades materiales para lograr su subsistencia e intereses dentro de un marco legal garantista.  


De acuerdo con la respuesta del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, ante la acusación de Sudáfrica, es claro que este país atacará a la CIJ y desobedecerá de manera sistemática toda decisión del tribunal. Además, sin importar las críticas, Israel continuará atacando a la población civil con el pretexto de eliminar a Hamas, rescatar a los rehenes y garantizar que Gaza jamás vuelva a ser una amenaza, máximas que pondrían en aprietos el prestigio de Israel y sus aliados en el mundo.  


Por lo anterior, es importante que en estos momentos los países del Sur Global defiendan las instituciones internacionales, pues a pesar de que estas presenten dificultades, desde 1945 han jugado un papel relevante en la vida internacional, pues nos recuerdan que la humanidad es una especie brutal y al mismo tiempo harta de la brutalidad, razón por la cual los límites en el actuar siempre serán necesarios para nuestra existencia. 


En este momento, se abren diferentes caminos, pues puede que este sea otro capítulo de la historia de la humanidad en el que el DIP se incline hacia las potencias, o que los poderosos desacaten la decisión de la Corte, o que Israel logre sus objetivos por la vía militar, pero lo cierto es que este episodio hará que Israel y sus aliados occidentales pierdan respeto y legitimidad en el escenario internacional, así como hará que resurjan con ese sórdido silencio que las caracteriza, las preguntas:  


¿De qué le sirve a la humanidad tanto avance tecnológico materializado en las armas, si aún no logra entender que el principio mínimo de su subsistencia es la dignidad humana? y, 

¿De qué le sirve a Israel ganar la guerra y humillar al pueblo palestino, si pierde su humanidad en ella? 

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